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¿Qué huesos no darle al perro?

Los huesos siempre se han asociado a la dieta de los perros. Pero, ¿sabías que hay ciertos tipos de huesos que pueden acarrearles problemas de salud? Los más problemáticos son los huesos de pollo y los huesos cocinados. A continuación, te contamos todo lo que debes saber sobre los pros y contras de darle huesos a tu querido peludo.

Índice

    Huesos crudos o cocidos: ¿qué es lo mejor para tu perro?

    Es posible que hayas oído hablar de las dietas BARF. Son las siglas en inglés de “alimentación cruda biológicamente adecuada”. Estas dietas incorporan entre un 60 % y un 80 % de huesos crudos carnosos, es decir, huesos con músculos y carne. El resto se compone mayormente de frutas y verduras, también crudas.

    No todos los alimentos de las dietas BARF están crudos. Un pequeño porcentaje de ingredientes se compone de huevos, vísceras y pescado. Estos alimentos pueden contener patógenos que provocan a los perros infecciones de gravedad. Para evitarlo, se cuecen ligeramente.

    La saliva de los perros y sus jugos gástricos tienen propiedades antibacterianas. Lamentablemente, solo pueden luchar contra las bacterias presentes en la carne.

    El porqué de los huesos crudos

    La combinación de huesos crudos, carne y músculos le proporcionan a tu perrito las proteínas, vitaminas, minerales, grasas y enzimas necesarias para cubrir todas sus necesidades nutricionales. La mejor parte de todo es que lo hace de un modo seguro para su aparato digestivo, ya que los huesos crudos no se astillan tan fácilmente como los huesos cocinados.

    Por otra parte, los huesos crudos les sirven a los perros para fortalecer las mandíbulas y también para mejorar su salud dental. Y es que, además de masajear las encías, contribuyen a deshacer el sarro.

    Por si fuera poco, los huesos crudos tienen beneficios psicológicos para los perros. A los canes les encanta pasar el rato royendo cosas. Si quieres, puede darle a tu perro un hueso duro, como una rodilla de res, por ejemplo, a modo de entretenimiento.

    Esto le ayudará a reducir el estrés y es menos peligroso que otros juguetes, como los palos y las pelotas de tenis (y bastante más seguro para tus muebles y zapatillas).

    El peligro de los huesos cocinados radica en su cocción. Esta provoca que pierdan una parte de agua y colágeno y, por tanto, flexibilidad. Por eso se astillan con tanta facilidad.

    Enseña a tu perro a comer huesos
    Muchos de los problemas asociados a la ingesta de huesos pueden prevenirse con la debida atención. Por ejemplo, si le das a tu perro un hueso cuando está en ayunas, se lo puede tragar entero por pura ansiedad. Es mejor dárselo después de comer y mostrarle cómo comerlo adecuadamente.

    Empieza por ofrecerle el hueso por un extremo mientras lo sujetas por el otro. Así, el perro solo podrá morder trozos pequeños, evitando el riesgo de asfixia.

    Felicita a tu peludo cuando lo haga bien y no olvides retirar el hueso cuando quede un trozo que tu perro pueda tragar de un bocado.

    ¡Cuidado con los huesos de ave!
    Muchos veterinarios desaconsejan incluir los huesos de pollo y otras aves en la dieta de los perros. Esto se debe a que se trata de huesos muy finos fácilmente astillables (y más si son huesos cocidos).

    Sin embargo, las dietas BARF recomiendan introducir huesos de distintas procedencias, incluyendo huesos de ave. ¿Qué hacer entonces? Pues, para que tu perro pueda beneficiarse del valor nutricional de estos alimentos, evita los huesos blandos (pollo, pavo, conejo) sin carne.

    La proporción adecuada debería ser de un 50 % de carne y otro 50 % de hueso.

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